Crédito bancario y solvencia política

Tras haber escrito mi entrada previa me quedé con las ganas de explorar el porqué de las declaraciones de algunos políticos cargando contra los bancos. Partiendo de las experiencias financieras al alcance de casi todos, y de las noticias de las hemerotecas digitales, no he encontrado razones para ellas. Concluyo que los políticos nos deben de tomar por tontos, aunque reconozco que también cabe la posibilidad de que ellos se consideren demasiado listos.

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Garantías hipotecarias (©Forges, El País 081119)

La última vez que me aproximé a la financiación bancaria fue en junio de 2007. Participé en un Programa Tutela para empresas constituidas telemáticamente que promovía la DG de Política de la PYME e impartía la EOI Escuela de Negocios. El proceso híbrido de clases y tutorías de acompañamiento estaba financiado por el FSE y el MITYC. Como tenía y tengo en mente otro proyecto empresarial, quise contrastarlo con los consultores, repasar conceptos financieros y comerciales, conocer a otros emprendedores con problemas parecidos y, además, aproximarme a algunas entidades financieras bajo el paraguas de la Escuela con la que mantenían buenas relaciones. 

La fundación de una de esas entidades patrocinaba directamente el programa. Además de ofrecernos el realizar unos cursos on-line como parte del mismo, nos brindó la financiación procedente de un fondo asignado a los proyectos innovadores. Aunque dijeron que no pedían más garantías que el «plan de empresa», la realidad fue otra. Los emprendedores del programa que primeros se dirigieron a ella comprobaron que seguían pidiendo avales personales. Por consiguiente, viendo que el panorama permanecía inalterado, no dediqué mi tiempo a presentarles el plan que debíamos de confeccionar como resultado tangible del programa formativo promovido por las instituciones públicas referidas.

Aunque me decepcionó algo, no me sorprendió nada que el escenario de la participación bancaria en proyectos innovadores permaneciese sin cambio, aunque las características de la economía mundial lo sigan haciendo. Después de todo, debemos recordar que los bancos y cajas se definen como entidades aversas al riesgo por naturaleza. Siempre lo he escuchado de los que saben de ese negocio, y así lo he comprobado cuando he demandado sus servicios. 

En relación con la financiación de las empresas innovadoras, me parece que los préstamos participativos que se empleaban para ciertas operaciones de capital riesgo no eran tan usados entonces como últimamente por dos cajas de ahorro. Hablando ya de las peticiones comunes y corrientes de personas jurídicas y físicas, los cinco préstamos personales que he tenido —los de hace veinte años con tipos muy superiores a los actuales— han sido con garantía hipotecaria o pignorando valores mobiliarios.

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Imprevisión de los políticos (© Forges, El País 090207)

Quizá por tener esas expectativas tan reducidas me hayan extrañado mucho las reacciones que he visto en los últimos meses respecto de la importante contracción del crédito a empresas y familias. Las entidades financieras han cambiado su actitud crediticia como consecuencia del aumento de la incertidumbre, del incremento de las peticiones concursales, del repunte de la morosidad y de la constatación factual de la recesión económica en cifras de déficit público, personas desempleadas, producción industrial, visados inmobiliarios, matriculaciones de vehículos, tasas de inflación, etcétera. El que Emilio Botín haya tenido que recordar estas obviedades, aprovechando la atención derivada de la presentación de los resultados de «su» banco después lo sucedido a primeros de semana, me ha parecido muy ilustrativo de la paupérrima educación económica existente en España.

Aunque quizá no sea tan evidente, entiendo que los bancos están dando menos crédito porque deben recomponer la solvencia de sus balances tras los excesos de los años del boom inmobiliario, de las compras empresariales y del consumo familiar desmedido. Ha habido que financiarse acudiendo a los mercados internacionales que aportaban ahorro extranjero, pero la renovación de esa deuda se había secado a consecuencia de la «crisis Ninja». No obstante, considero que los arrojadizos 250.000 millones de euros del Gobierno español para avalar y comprar activos se aprobaron y anunciaron para restablecer la confianza y la liquidez necesarias en el sistema financiero. De hecho, hasta ahora, se ha utilizado una fracción pequeña de esa cantidad.

En cualquier caso, dichos fondos no se condicionaron a facilitar el crédito a empresas y familias, por mucho que algunos lo afirmen ahora para salvar la cara, desviar miradas electorales o hacer una lamentable oposición política. Además, hay otras medidas más claras e inmediatas para mejorar la liquidez de las pequeñas empresas y unidades familiares. Si en octubre se estuvo cerca del colapso fue por el riesgo de retiradas masivas de depósitos y la falta de confianza que estaba destrozando la refinanciación exterior mediante créditos interbancarios.

Parece que no todas las entidades españolas están utilizado los fondos referidos. Por lo tanto, dudo de que fueran las grandes las que dictasen unas medidas tomadas «para los 45 millones de españoles» adaptando a nuestra mejor situación bancaria las adoptadas en otros países para apuntalar la confianza entre ellos. Otra cuestión es que las entidades hubieran pedido a los políticos seguir disponiendo de la liquidez con que contaban antes del fiasco de las hipotecas subprime y que aprobaran medidas garantistas o intervenciones del BCE.

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Antología Humor Moderno (cc Manel Fontdevila, Público 090205)

No entiendo qué se pretende insistiendo en la existencia de un «plan de rescate de los bancos» en lugar de referirse a las medidas contra la «quiebra del sistema financiero». La red de entidades crediticias es una de las piedras angulares de nuestras economías de mercado. Su razón primaria de existir es la de captar depósitos y prestar fondos, a diferencia de otras empresas y de las familias. Si queremos hablar de ayudas a los bancos, asuntos diferentes se me antojan la valoración contable de los activos para no tener que capitalizar o disolver y las facilidades otorgadas a las sociedades inmobiliarias, pero no son para esas entidades en exclusiva.

Dicho lo anterior, me apetece añadir que las entidades financieras no me caen bien, y que opino que los banqueros que las gobiernan conforman una clase oligarca, aunque  pertenezca a ella algún que otro «querido amigo y compañero» de carrera. Me parece que, en buena medida, los financieros se comportan de forma corporativista y se les compensa de manera injusta. No he utilizado mucho sus servicios y, en una gran parte, lo han sido de una pequeña caja cooperativa de crédito y del banco naranja al que todos los del gremio le tienen muchas ganas por haber roto el statu quo.

No obstante, considero que los directivos del sector financiero tienen unas capacidades muy por encima de las de nuestros políticos de toda clase y condición. Tenemos a un presidente del Gobierno que no se entera del funcionamiento de la economía, a un vicepresidente económico que declara haber agotado las medidas cuando muchos empresarios pensamos que la crisis española sólo acaba de empezar, a un vicepresidente autonómico que se forra con sus familiares y amigos sin ninguna traba ni medida, a alcaldes y consejeros que aumentan las deudas de ayuntamientos y comunidades y que retrasan sus pagos a proveedores y a contratados, a personas detenidas por delitos de corrupción relacionadas con un partido que, por otros lados, busca ideas para mejorar su uso de internet y monta comisiones sobre una trama que «va a quedar en nada»…

Lo del crédito de nuestras instituciones me está dejando un tanto «perjudicaico». No sé yo, no sé yo donde vamos a llegar. Habrá que echar mano del humor y del ingenio para poder recuperar la salud mental y la acción inteligente.

[Actualización: Nota de Marc Garrigasait sobre «Adam Smith y los sueldos de los directivos»]

Entradas de este cuaderno con alguna relación: Escenificación estúpida sobre bancos, Medidas y duración de la crisis

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6 comentarios en “Crédito bancario y solvencia política

  1. En estos días, la coyuntura económica nacional e internacional, ha hecho la adquisición de un bien inmobiliario mediante un crédito hipotecario una tarea muy difícil.
    Primero, los clientes tienen que lidiar con los términos, condiciones y limitaciones contractuales que los bancos imponen al conceder un crédito.
    Segundo, debido a la escasez de liquidez en los bancos en el día de hoy, los bancos se ven obligados a ser muy rigurosos a la hora de otorgar un crédito. Esto quiere decir que los bancos estudian muy detalladamente el potencial de reembolso de los clientes, proyectando tasas de interés mucho más altas que las que se registran estos días.

    1. Tasas cada vez más altas que no sé hasta dónde llegarán. El desbocado déficit público que generan nuestros gobernantes seguirá encareciendo el acceso al crédito de los españoles.

  2. Yo entiendo a los bancos que quieren cubrirse en los tiempos que corren pero muchas veces estos actuan como si estuvieran faltos de estrategia economica y de enfoque hacia el futuro!

    1. Muchos podemos compartir esa percepción. No obstante, hay quienes sostienen que la estrategia no debe ser visible o aparente para tener más posibilidades de éxito frente a la respuesta de los demás.

      En cualquier caso, y conociendo de los bancos poco más que lo que reflejan los medios de comunicación, observo que, al menos los dos grandes españoles, parecen decidir su estrategia considerando un entorno mundial. Visto desde un país concreto, puede que no se entienda tanto como la de hace veinte años.

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