La motivación de cada uno

La motivación y el compromiso de los empleados son caballos de batalla recurrentes. Considero que la clave motivacional hay que buscarla en el interior (empleado), y no en el exterior (organización). Sostengo la opinión que, si motivas a un empleado, en realidad lo estás manipulando.

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¡Ésta es una gran compañía! Nos da el mejor café del mundo, lo que es un gran motivador para nuestra ética del trabajo.

Luis ha escrito en Tic & Tac al hilo de una anotación previa que quiere «hacer algo constructivo. Al más puro estilo 2.0, me gustaría hacer una lista, entre todos, de los elementos que os motivan, motivaron u os motivarían como empleados.» En mi caso, siendo uno de los que comentó en la entrada referida, debe de aplicarme lo de «los elementos que os motivaron».

Salvando lo de que «nunca digas de este agua no beberé», o lo de «este cura no es mi padre», no tengo planes de emplearme nuevamente después de haberlo hecho durante 23 años, y de haber trabajado otros 10 como microempresario en dos etapas (inicial y final), situación en la que ahora me encuentro muy a gusto. Ello no quiere decir que esté satisfecho, como intentaré explicar en los párrafos siguientes.

Durante los años en que he sido un empleado más o menos cualificado como técnico o gerente, he trabajado a jornada completa en España para siete empresas y una institución en varias áreas funcionales y diversos roles. No voy a contar las actividades complementarias en los «pluriempleos» (asesoría, docencia). 

8 organizaciones en 23 años
ORGANIZACIÓN PEQUEÑA MEDIANA GRANDE
NACIONAL ITCSA (1) ICSA (1,5) Dragados (1), UPM (2,5), EASA (5,5)
EXTRANJERA ——— ——— Digital (6,5), CSC (1,5), Exel (3,5)

Comencé con 22 años y «renuncié a mi empleabilidad» a los 46,5 para volver a ser empresario. He residido un año en Sevilla y los demás en Madrid, viajando bastante en 3 de las 7 empresas. La segunda mitad de los años he estado empleado como directivo en multinacionales (2 estadounidenses y 1 británica). En dos de éstas tuve acceso al plan de opciones sobre acciones, que utilicé como complemento retributivo. Ahora sólo soy accionista de mi microempresa.

Bosquejado el escenario donde han transcurrido mis particulares experiencias como empleado, diré que soy el primogénito de unos padres trabajadores con largas jornadas ejerciendo profesiones liberales (medicina y podología), y que me empleé en una gran constructora un año antes de terminar mis primeros estudios universitarios para conocer el mundo laboral.

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Hay entornos vitales que cambian despacio

Ahora, habiendo echado la vista atrás, y para intentar contribuir con una lista al propósito de Luis, paso a preguntarme: ¿qué ha ido motivando mis cambios?

Lo primero que se me ocurre es que el motor primario debe de provenir de mi deseo de conocer cosas nuevas dentro de las que me atraen: práctica del pensamiento conceptual, descubrimiento del entorno físico, conocimiento del medio socioeconómico y construcción de algo que funcione, sea tangible o no.

La ciencia aplicada siempre me ha interesado mucho más que el arte o el derecho. Las reglas, normas, hábitos y tradiciones no han merecido nunca mis mejores aprecios.

Busco comprender las cosas aplicando la lógica. Disfruto con «el gozo intelectual», el logro de objetivos y la resolución de los problemas que surgen inevitablemente. Siempre he querido aprender para tratar de acertar más veces de las que falle y, en especial, para sentirme libre. No me gusta que me digan lo que tengo que hacer, aunque he recibido y cumplido muchas órdenes o instrucciones (en casa, colegio, campo de juego, servicio militar, empresa…)

Es como si me moviera por estar permanentemente insatisfecho con mi situación de cada momento, o la de las personas que aprecio en mi entorno, y de ello surja el que necesite hacer algo para modificarlas.

He tenido cerca constantemente libros, revistas o apuntes que leer o consultar, fuera en casa o en la biblioteca. Ahora empleo mucho más la web para esto último. De adolescente me llamaban mucho la atención las matemáticas, física, química, biología, geografía e historia. Tiempo de trabajo aparte, en el que siempre he buscado hacer lo que me gustaba, ahora dedico tiempo a la psicología, filosofía y narrativa.

Nunca he esperado que alguien me motivara, aunque no he dejado de agradecer las orientaciones, ayudas o reconocimientos. Siempre he tenido cosas que hacer, en casa y en la oficina.

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Las conductas dependen del conocimiento y los valores

Aclaro que entiendo la motivación como un factor que es parte de la inteligencia que vamos desarrollando a través del aprendizaje. Tiene mucho que ver con el deseo, la necesidad, el estímulo, la tendencia, el móvil, el impulso o la ocurrencia filtrada que desencadena la acción tras una decisión voluntaria… En este punto debo precisar que ahora suelo emplear la siguiente definición de inteligencia:

«Capacidad de un sujeto para dirigir su comportamiento, utilizando la información captada, aprendida, elaborada y producida por él mismo» [José Antonio Marina en «La inteligencia fracasada». Editorial Anagrama. Barcelona, 2004. Página 16]

Cuando he cambiado de «puesto de trabajo» y de entorno laboral —17 veces; 6 sin cambiar de empresa— ha sido por uno de estos tres motivos:

  • me encontraba muy solo o me estaba aburriendo haciendo algo que ya era demasiado rutinario para mi «motor cerebral interior»,
  • había alguna incoherencia en el entorno que condicionaba la obtención de logros, y que no había sido capaz de resolver,
  • mi entorno cambiaba sin haberlo previsto, y surgían nuevas obligaciones o necesidades (otras tareas, compromisos, normas, gastos, ingresos…)

Habiendo sentido la necesidad de cambiar, siempre he pensado dónde me convendría ir para conseguir lo que me faltaba, salvo en dos ocasiones en que vinieron a buscarme. En cualquier caso, cuando cambié nunca fue por recibir una oferta tentadora, sino porque no me sentía suficientemente bien donde estaba a corto o medio plazo.

Los factores más críticos que valoré en los cambios fueron si:

  • la nueva actividad me dejaba ciertos grados de libertad para actuar, y si la responsabilidad y retribución que llevaba aparejadas eran consistentes («según mercado»),
  • el entorno me permitiría aprender nuevas cosas apoyándome en las que ya conocía para poder controlar los riesgos de fracaso,
  • el jefe y los colegas de trabajo compartían los valores que yo tenía, y si nos podíamos ayudar o complementar mutuamente.
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La automatización transformará derechos de trabajadores

Bueno, no sé si este apunte ayudará mucho en la confección de «Lista de Luis», pero no iba a escribir tan sólo que no soy partidario de la «motivación exterior», parafraseando al cura del chiste que dice que no es partidario del pecado. Opino que hay unos «móviles interiores» que hay que aprender a conducir por el camino de la vida profesional, y personal en general, especialmente cuando eres muy pequeño.

Hace varios años que dejé de enseñar y de dar demasiado valor a los modelos de organizational management, incluyendo las teorías debidas a Maslow, Herzberg, Adams, Vroom, McGregor, Ouchi, McClelland, Alderfer, Skinner, Goldratt, Immelman, Pérez López… en el campo de la motivación de los empleados en la empresa. ¿Motivos? Nunca los he visto funcionar bien en las organizaciones en que he trabajado o contribuído a fundar, sin querer ello decir que no tengan sus buenos fundamentos aprovechables.

Rafa, que también está en esta conversación, acaba de añadir otra experiencia. No aportamos datos científicos a los que tiene Luis, pero creo que sirven para ilustrar algo que no marcha por mucho que se practiquen los modelos predicados hasta la fecha.

Por mi parte, sin dejar de emprender, trato de ponerme al día en campos como la neurociencia, la psicología evolutiva y la filosofía. Quizá haya suerte y se me ocurra algún marco más aplicable dentro de un tiempo 🙂 Hay muchos otros que buscan resolver el problema de la motivación laboral introduciendo cambios de otra naturaleza.

Mientras tanto, sigo leyendo y buscando en mi entorno. Gozo cuando descubro comprensiones compartidas como la de que «para motivar, tenemos que manipular, consentidamente o no, al individuo». Disfruto cuando pensamos entre varios. Querido Luis, over to you.

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16 comentarios en “La motivación de cada uno

  1. Estoy de acuerdo contigo en que la motivación debe salir de dentro de cada uno.

    El papel de la empresa creo que está en canalizar esa motivación, en conocerla y en no influir negativamente a su desaparición :).

    Muchas veces, quizás lo que pasa es que tu como «gestor» u «organizador» piensas en lo que a ti te motiva o porqué estás motivado e intentas trasladarlo a los demás porque piensas que si a ti te va bien a ellos también. Como por ejemplo el tema de las stocks. Yo las ofrezco a mi equipo de Abiquo porque a mi me gustaría que me las ofrecieran, y creo que al equipo no les acaba de parecer mal la idea. No es para manipular su motivación :). El día que me digan que «se la suda»… pues allí se quedará :).

    A su vez creo que la comunicación debe de ofrecer la posibilidad de canalizar dichas motivaciones internas, no solo para el bien del individuo sinó para el bien de la empresa. Y muchas veces el «empleado» (No me gusta el término) calla por miedo o ignorancia. La empresa solo debería ser el brazo ejecutor de dichas motivaciones para sus «empleados».

  2. José M, resaltas un punto muy importante que me había descuidado quizá porque lo tengo demasiado interiorizado, y que es que la motivación tiene que partir de uno, o siendo un poco más radicales, no debería ser correcto utilizar esa palabra, «motivación», en oraciones que no estuvieran «conjugadas» en singular y reflexivo.

    Partiendo de esa base, que la motivación está en uno mismo, ahora el debate se traslada a: (1) «qué es lo que hace que nazca esa motivación» y (2)»qué factores tienen que haber para que esa motivación no se frustre, una vez que existe». Puede parecer un matiz pero ese cambio de perspectiva cambia radicalmente el debate

    Para 1) ya has apuntado la educación y a la familia, y estoy muy de acuerdo. Yo añadiría además otro círculo más periférico, el de la propia «cultura imperante» en la sociedad. El estar motivado requiere, en una u otra forma, renunciar a los deseos a corto plazo con la convicción de que la espera valdrá la pena. Me temo no es el «espíritu» que rige ahora mismo, donde prima el cortoplazo y la satisfacción inmediata de cualquier deseo.
    Leí hace tiempo acerca de un experimento que se hizo en los años 50 y que consistió en reunir grupos socioeconómicamente homogéneos de niños alrededor de una mesa donde en su centro había un plato lleno de golosinas contadas (1 para cada 1). El científico tutor del experimento les dijo que esas golosinas eran para ellos, que se iba a ausentar de la sala unos minutos y que debían esperar a su vuelta para coger la golosina, prometiéndoles que a su vuelta aquel niño que hubiera resistido recibiría 2 golosinas en lugar de una. El experimentador salía y a la vuelta tomaba nota de los que habían resistido la tentación. A esos niños se les fue siguiendo la pista en los años venideros y con correlación muy alta se apreciaba que aquellos niños que habían resistido la tentación eran a los que les había ido mejor en su vida escolar y profesional. Los que no la habían resistido eran los que mayor fracaso escolar y peores vidas estaban llevando.

    Para (2) puede valer la lista que estamos haciendo

    Un saludo y muchas gracias por la participación.

  3. Xavi, si por «canalizar» en la empresa quieres decir generar un entorno para que las personas que son parte de la organización puedan desarrollar sus motivaciones, estamos también de acuerdo en eso. Yo prefiero referirme a directores (conductores, orientadores, líderes, educadores…) y no a gestores, que asocio a jefes y burócratas si es una área de administración, o a encargados y supervisores si estamos en un taller fabril o un comercio minorista.

    Me parece que ofrecer acciones (adquiridas de alguna forma, no regaladas) es importante para ese entorno, y considero que es esencial lo de predicar con el ejemplo (coherencia), como dices. En el clásico debate sobre la responsabilidad de comunicar bien, soy de los que piensa que debe asumirla el emisor. Tampoco me gusta el término emplear (usar, utilizar) en relación con los que trabajan en la empresa.

    Luis, me consta que lo dabas por supuesto, pero me temo que no estés del lado de la mayoría. Aparte de ello me gusta profundizar en los temas para intentar partir de una buena base (me formé como ingeniero de cimientos, que no etéreo 😉 )

    Lo que me ha enseñado mi pequeña historia es que pretender trabajar en una empresa donde la gran mayoría estable disfrute desarrollando sus motivaciones es una misión imposible, a menos que estemos hablando de trabajar en un grupo pequeño (12-18) y de poder esperar varios años para lograrlo. Cuando hay que crecer rápido, opino que no hay más cáscaras que organizarse sabiendo que habrá rotación, y que «tanto me das tanto doy». Los factores internos de motivación son muy heterogéneos dada la educación que tenemos en este país (y en todos, supongo). Por tanto, muy de acuerdo en lo de la «cultura imperante», y en lo que ilustra el experimento, que también había leído.

    Mi esposa me ha estado resumiendo esta mañana el programa de la Cuatro que vio ayer sobre una pareja con dos hipotecas que sumaban lo que sus dos salarios y no sabían qué hacer porque no querían reducir sus gastos. Me parece que hay muchas personas que van a tener que aprender en la TV (Super Nanny, SOS Adolescentes, Ajuste de Cuentas…) lo que no les enseñaron en sus casas o escuelas. Preocupante… [Actualización sobre este programa en «Endeudados hasta el cuello»]

  4. jose maría, no sé si el día que he tenido me hace estar un punto más sensible o romántico de lo habitual, pero no he podido evitar emocionarme con el post. Me he leído varias veces esto: «Busco comprender las cosas aplicando la lógica. Disfruto con «el gozo intelectual», el logro de objetivos y la resolución de los problemas que surgen inevitablemente. Siempre he querido aprender para tratar de acertar más veces de las que falle».
    Llevo un par de semanas intentando dar con «lo que sé hacer», aquello que sea la marca propia que recuerda siempre Andrés. Y esa frase está muy cerca de como me siento.

    Volviendo al post, tampoco creo mucho en que la organización/empresa tenga que motivar a la gente. Bastante es con que no haga lo contrario y la desmotive. El origen del sentimiento de mejora, de búsqueda de hacer las cosas mejor, tiene que estar dentro de ti. Basta con que tus compañeros y tu jefe no lo intenten detener o hibernar.

  5. Jose María, coincido con Rafa a pesar de la distancia en experiencia y conocimiento, esta historia vital y profesional ha sido de lo más interesante que he encontrado en mucho tiempo, muchas gracias.

    Y es que esa inquietud interior que describes también la tengo dentro pero no había sabido expresarlo así, me quedaba en un «yo sé resolver problemas» porque todosmuchos vienen a que les ayude. Y me encanta aunque evidentemente muchas veces no lo consigo.

    Me guardo con tu permiso la frase que resalta Rafa.

  6. Hola Jose Maria,
    El post es todo un lujo. Gracias.
    No he tenido más remedio que irme a la rae porque no estaba muy de acuerdo con que motivar en el fondo es manipular:

    «Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares»

    Cuando motivas si lo haces bien, el objetivo es conseguir el éxito tuyo y el del equipo, suena a perogrullo pero creo en ello.

    Por otro lado, totalmente de acuerdo en que la motivación debe o «debería» salir de uno mismo, pero hay algo que es precondición para que sea así: el ser humano de tener conciencia de su desarrollo profesional, personal y sentimental, y esto desgraciadamente en mucho casos ni te lo enseñan y menos aún, lo aprendes. La vida son ilusiones, y la ilusión y la motivación van de la mano.

    Recuerdo una charla en el IE del creador Windows Media que nos explicaba que en España no tenemos cultura de crecimiento profesional y por tanto de emprender.

    Por ultimo, independientemente del porqué, tengo gente cercana que sin motivación, que no manipulación, no encuentran el camino.

    De nuevo, gracias por esta reflexión

    Un saludo

  7. Jose Carlos, respecto de motivar y manipular, comparto el razonamiento que hace Remo en la entrada vinculada casi al final. Si intervenimos hábilmente al servicio de los intereses de la organización para «motivar» al empleado, ¿qué estamos haciendo?

    Me quedó bien grabado lo que escuché por vez primera a mi maestro y amigo Bienve en Digital hacia 1988: «a los empleados no hay que motivarlos, sino no desmotivarlos, porque cuando entran en la empresa vienen muy motivados».

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